Me inclino, humilde
ante ti,
la omnipotente.
Me prosterno, avergonzado
porque no te poseo.
Creadora de fuerzas
debilidades
emociones
y prolíficas imágenes.
Transformista
hechicera
que cotidiana
y persistente
conviertes
a sabios
en imberbes
balbuceantes.
No te poseo, Palabra
Arrodillado,
cual devoto
espero tu arribo
para seguir
tus instrucciones.
Nómbrame
escudero,
simple portador
de tus nobles
estandartes,
así seré digno
acompañante.
Así podré
nombrarte.
Y, con ese simple acto
imaginarme
que te tengo,
invocándote
en mis sueños
desbocados.
miércoles, 7 de noviembre de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario