viernes, 7 de marzo de 2008

Es un asco, no otra cosa...

"...el machismo, los complejos, el racismo y la apatía...", Blackman, Rubén Blades.

Leo en los diarios electrónicos que varios miles de colombianos en Bogotá, y argentinos en Buenos Aires, se manifiestan contra el gobierno de Uribe, acusándolo de peón del imperialismo.

Desde hace algunos años, EE.UU. con el pretexto de combatir la producción de drogas (y no prevenir adecuadamente las causas del consumo en su territorio, que es donde más se demanda cocaína), mantiene 3 bases militares en Colombia, interviniendo activamente en la política de toda la región, tal como lo hizo en Afganistán e Irak. En este último país, el negociado de la reconstrucción y "protección" de los pozos petroleros está a cargo de una empresa, uno de cuyos accionistas principales es el vicepresidente de EE.UU.

Pero en Santiago de Chile no pasa nada; es más, para completar nuestra realidad kafkiana, la Armada, con la venia gubernamental, bautiza una nave adquirida recientemente como "Almirante Merino"... alguien recordaba que la costumbre era poner a los buques de la Armada nombres de figuras consideradas "patriotas" o "héroes". ¿Los gobiernos de la Concertación no se enteraron? ¿Tampoco se enteraron de que en las nóminas de ascensos y nombramientos de agregados militares chilenos en distintos países figuran acusados de asesinatos y torturas? No creo en tanta ingenuidad.

Mientras tanto, los bancos nuevamente exhiben altas utilidades, a diferencia de las demás áreas de nuestra economía ultraliberal; el gobierno suspende durante un mes la vigencia del pase escolar, que se supone estaría vigente los 365 días del año, en virtud de acuerdos alcanzados con los estudiantes secundarios; el proyecto de explotación aurífera de Pascua Lama, situado en medio de glaciares milenarios y ecosistemas únicos sigue adelante, aún considerando que su impacto sobre el empleo será mínimo y que las compañías mineras tienen privilegios envidiables para el manejo de capitales, con muy bajo beneficio fiscal; a los comuneros mapuches en rebeldía se les aplica la Ley Antiterrorista, creada durante la era pinochetista, que se prometió muchas veces derogar por ilegítima; los "señores" acusados de violaciones, torturas y asesinatos políticos cuentan con seudoprisiones de lujo, mientras los pobres en conflicto con la justicia se pudren hacinados; las mujeres que acuden a denunciar violencia intrafamiliar esperan en los tribunales medidas de protección que tardan en llegar hasta el extremo de consumarse las amenazas de femicidio que las han impulsado a buscar ayuda y tantas otras injusticias cotidianas que afectan prioritariamente a las capas más pobres de la población.

Se ha rebajado el impuesto a los combustibles; mientras sube el precio de la electricidad, la verdura (un recurso que siempre fue más accesible que otros) y se hacen gárgaras con discursos de apoyo "a los más pobres".

Se ha impuesto la hipocresía, los dobles discursos, los "desamores sociales", cada quien se las arregla solo, nadie se interesa más que por un pedacito de poder o un remedo de libertad de fin de semana. Los conflictos se desvanecen ya no porque alguna de las partes se impuso por la fuerza en una confrontación, sino por el agotamiento y la abulia generalizada. Vivimos momentos de pasividad y acumulación de frustración, un excelente alimento para la depresión y el pequeño conflicto interpersonal que sirve de salida y desahogo ("la tensión acumulada siempre busca salida por alguna vía", nos decían teóricos de la Psicología).

No hay "opinión pública" respecto a lo propio ni a lo que ocurre en el entorno. Debiéramos suponer que en Chile no pasa nada que amerite movilizarse o protestar: ¿es que está todo muy bien y esta queja es producto de la imaginación?

Qué más se puede declarar: mi país es un asco, lo digo con cierta pena, pero también con rabia.

1 comentario:

G. dijo...

“Los conflictos se desvanecen ya no porque alguna de las partes se impuso por la fuerza en una confrontación, sino por el agotamiento y la abulia generalizada.”

En efecto, es que el modelo está creado para que seamos presa de su gran boca de lobo. Nos consume y nos consumimos, nos volvemos autómatas, sin darnos cuenta.

Es que para muchos, no existe otro mundo a parte del que se vive día a día: levantarse en las mañanas para producir, no sólo para satisfacer las necesidades de alimento, vestimenta y salud, sino que para acceder a toda la oferta que dicho modelo nos entrega, a través de los medios de comunicación.

Y bueno, la cadena es larga y muy conocida por todos, pero, seguimos en lo mismo… pienso: “Quizás no es tan conocida… o … no queda tiempo para el espacio de reflexión y saber las cosas que están sucediendo”… volvemos a lo mismo: el tiempo libre, es administrado por la tv con programas idiotizantes; diaruchos llenos de periodistas frustrados que no tuvieron otra opción que dedicarse a farandulear; la radio, que antiguamente era un espacio de recreación e información, también es invadida por el rating, que trae como consecuencia la noticia “barata”.

Las generaciones más jóvenes, crecimos en este modelo, y tenemos escaso conocimiento adquirido a través de la experiencia, que nos indique como se vivía antes de llegar al modelo neo liberal; el conocimiento que tenemos, se nutre de las cosas que se transmiten boca a boca, y, algunos, los más curiosos, por lecturas e investigaciones autodidactas. Pero crecimos así y en cierta medida, contribuimos a la abulia reinante. Sin querer queriendo, dijo el chavo.

Algunos caemos presa por una parte, de un negativismo excesivo (reacuérdese el “discurso” aquél que finalmente no fue leído), y por otro, por el relativismo absoluto, que también trae como consecuencia lo de salvarse a uno mismo. Es que al no creer en nada, por que todo se ha “plastificado”, todo es desechable, caemos en la introspección y el individualismo; no hay ideales a seguir en esta asquerosidad de país (parafraseando al autor).

Dos cosas me mantienen vivo en estos momentos: cagarme de la risa con todo lo que pasa (es lo más serio que puedo hacer), y ejercitar las neuronas cada día para que en un futuro cercano, algo pueda aportar desde mi profesión, para contribuir (no sé por que me cae mal esa palabra) a tener un Chile, menos repugnante.

Disculpe las molestias, estamos trabajando para usted, (un letrero).

PD: me parece otra burla más lo de merino (con minúscula).